Reseña carrera Coahuila Ultra Trail 80 kilómetros
Por Jose Angel Salgado
Aproximadamente una hora antes de las carrera, cerca de las 4 de la mañana del día 23 de mayo inicio el registro de salida para la carrera de 80 kilómetros a un costado de la plaza de San Antonio de las Alazanas cerca de donde sería la salida de la carrera, llegue alrededor de las 4:10 para registrarme y así poder estar oficialmente en la carrera. Mientras calentaba vi pasar a muchos corredores que al igual que yo habían madrugado para estar puntuales y llegar a tiempo para el registro, en donde te pedían obligatoriamente que cada corredor llevara una linterna, un silbato y un contenedor para agua (botella, camelbak, riñoneras, entre otras). Se sentía un ambiente de emoción y deseo de comenzar lo que sería la primera edición de esta gran carrera.
Se dio el disparo de salida a las 5:16 de la mañana empezando con poco menos de un kilómetro de pavimento y comenzando a subir una cuesta que duraría alrededor de 10 kilómetros. Dado un día antes estuvo lloviendo nos encontramos con un deslave en el kilómetro 6.5 teniendo que subir por el lodo para poder continuar con la carrera. En mi opinión está clase de obstáculos son las que hacen un Ultra Trail algo más interesante. Seguimos ascendiendo la montaña y con poco menos de dos horas de camino nos encontramos con el abastecimiento del kilómetro 10 donde encontramos agua y powerade. Teníamos que darnos prisa puesto que habría un corte de tiempo de 5 horas para el kilómetro 26, si alas 10 de la mañana no se llegaba a este punto el competidor ya no estaría oficialmente dentro de la carrera.
El camino continuaba con subidas, rectas y bajadas, en este punto comenzaba a sentirme cansado y pensaba en que sorpresas me esperarían en el camino, había bastante cansancio tanto mental como físico, pero todavía quedaba mucho camino por delante así que tenía que seguir. Llevaba conmigo una mochila camelbak en la que traía chocolate, carne seca y geles y gomitas con electrolitos, por lo que en todo momento fui bien preparado y no me hacía falta nada.
Encontramos otro abastecimiento en el kilómetro 15.7, en cada abastecimiento se tomaba una foto al competidor com evidencia de que hayan llegado a los puntos indicados, nos encontramos en todo abastecimiento con agua o powerade para rellenar nuestro contenedor para agua y también había suficientes chocolates para todos los competidores. En éste punto paré un momento a hidratarme y a apreciar las maravillosas vistas que la naturaleza nos daba.
En el kilómetro 23 nos encontramos con un abastecimiento más completo, además del agua que ya tenían ahí ofrecieron chocolates, plátanos, naranjas, refresco y dulces y fue en ese punto cuando la carrera salió de la rutina de subir y bajar veredas y el camino comenzó a ser diferente, pasando por un río y teniendo que ir de un lado a otro a lo largo del mismo, subiendo piedras, pasando a través de una valla hasta llegar a un claro donde tomaba lugar el punto de corte, llegue con un tiempo de 4 horas 20 minutos siendo las 9:36 de la mañana, 24 minutos antes del corte final. Continuando con la carrera, con los ánimos muy altos, la adrenalina a todo lo que da y sobre todo con muchas ganas de seguir la carrera continuaba hasta llegar a un pueblito llamado Oyameles, donde una vez más el camino salía de la rutina habiendo gente que salía de sus casas a echarte porras y pasando a lado de un corrales con vacas, toros y demás animales.
La carrera recuperó su temática inicial en el kilómetro 29.8 pero está vez comenzando a ascender cada vez más. En estos momentos no se podía correr en todo momento dado que la subida era muy técnica y estaba repleta de piedras así que sólo podíamos avanzar caminando rápido, firme y abriendo la zancada lo más que pudiéramos. De nuevo está increíble prueba demostraba no ser únicamente física sino en gran parte mental, el competidor debía de tener gran fuerza de voluntad para seguir a pesar de la falta de aire, el sol que en éste punto estaba totalmente sobre nosotros y sobre todo el cansancio de los kilómetros anteriores.
Llegando al kilómetro 36 vemos otro abastecimiento y nos percatamos que la verdadera prueba está por venir, comenzamos poco a poco a ascender a “La Marta”, la montaña más alta de Coahuila. Mis compañeros corredores y yo paramos un momento en éste abastecimiento a charlar, beber agua y a tomar unas cuantas fotos para después de unos minutos continuar con nuestro camino que se encontraba a nuestro favor permitiéndonos trotar la mayor parte del tiempo hasta llegar al kilómetro 41, siendo aproximadamente las 12:30, en donde nos encontramos con el último abastecimiento en 10 kilómetros y llegamos finalmente a la pendiente que sería interminable. En ese punto se encontraba mi entrenador Eduardo Estrada acompañado con su hijo y una amiga, lo cual me hizo sentir más tranquilo, hablamos unos momentos, nos tomamos fotos y me dieron ánimos para continuar con la carrera así que después de beber un poco de agua seguí mi camino. A lo largo de éstos 10 kilómetros sentí desesperación por llegar al fin a la cima, sentí el cansancio en extremo, pero mis ánimos por continuar se mantenían sobre todas las adversidades. Afortunadamente siempre me encontré en compañía de excelentes corredores con los que seguía el camino.
Cerca del kilómetro 44 muchos corredores se equivocaron y tomaron una ruta alterna y perdieron sus puestos que llevaban en la carrera, tomando mucho tiempo para poder regresar al camino correcto.
El siguiente corte de tiempo sería a las 5:30 de la tarde, 12 horas y media de empezada la carrera por lo que muchos competidores andaban muy presionados de tiempo. Llegue al kilómetro 51 a las 3:30, tenía dos horas para hacer el descenso de “La Marta” y llegar al corte de tiempo, así que comí un poco de lo que llevaba en mi mochila, tome agua y comencé a bajar. El camino era muy técnico y en ésta clase de bajadas yo suelo ir corriendo con las piernas abiertas y avanzando lo más que pueda para poder ahorrar tiempo. Está forma de bajar sólo tiene un inconveniente a mi parecer, es muy agotador por lo que aplicaba está técnica en aproximadamente 100 mts y descansaba caminando rápido otros 100 mts.
Al llegar al kilómetro 59 mi cuerpo ya comenzaba a sentirse fatigado, llegue a las 5 de la tarde, media hora antes del corte de tiempo, en éste abastecimiento encontramos de nuevo agua, powerade, refresco, plátanos, naranjas, chocolates más variados y está vez había también dulces de tamarindo. Me senté unos minutos, comí, bebí y descanse un momento y pasados 10 minutos continué mi camino. Un compañero me llevaba alrededor de 200 mts de ventaja así que me puse en marcha para alcanzarlo. Pasados un par de kilómetros los efectos de la carrera se hacían más notorios, mi ingle derecha comenzaba a doler cuando corría así que no tuve otra opción que comenzar a bajar el ritmo, esto me hacía sentir un tanto desesperanzado de conseguir el tiempo que quería pero ya me encontraba muy cerca de la meta.
En el kilómetro 64 más o menos encontré a mi compañero junto con otra persona, ambos estaban desorientados ya que por alguna razón no hubo señalización en los próximos kilómetros y eso nos saco de balance. Pasados alrededor de 10 minutos conseguimos distinguir otra señal de que íbamos en buen camino, pero más adelanta sólo nos encontramos en la misma situación así que comenzamos a guiarnos más por la orientación que por el camino.
Llegando cerca del kilómetro 70 uno de mis compañeros se detuvo un momento a descansar y continuamos nuestro camino mi otro compañero y yo. Pasados una camioneta de protección civil paso a nuestro lado y nos dijo que íbamos por buen camino, nos pregunto si deseábamos continuar o si queríamos subirnos a la camioneta pero seguimos por nuestra cuenta. A penas pasados no más de 700 mts llegamos a un punto en el que el camino se dividía en 2 y decidimos ir por el camino de la izquierda, nos toco subida y ascendimos no más de 200 mts cuando nos dimos cuenta que ese camino no nos llevaría a ningún lado así que tuvimos que regresar y tomar el camino de la derecha. Cansados, estresados y un tanto dudosos del camino que acabábamos de elegir continuamos con nuestro camino y un par de kilómetros más adelante encontramos otro listón que nos indicó que habíamos tomado el camino correcto.
Eran las 8:30 pm, faltaban cerca de 7 kilómetros, estaba empezando a obscureces y comenzó a llover levemente. Me sentía desesperado, quería terminar lo más rápido posible pero mi pierna derecha no me era de mucha ayuda. Llegamos de nuevo al deslave del kilómetro 6.5 lo que me indicaba que estábamos cada vez más cerca. A causa de la lluvia actual el deslave se hizo más resbaladizo así que teníamos que ayudarnos entre nosotros. Ayude a mi compañero a pasar primero y después pase yo cuando una gran cantidad de lodo comenzó a caer en mi pierna izquierda y a dejármela cubierta por completo, jalé mi pierna hacía arriba para sacarla y cuando lo logre me di cuenta que no había sido la mejor opción, mi rodilla izquierda estaba también desgastada por lo que ahora tenía un impedimento más para correr.
Faltando cerca de 4 kilómetros me volví a encontrar con mi entrenador, quien ésta vez iba en cuatrimoto buscando a todos los competidores que faltaban, se detuvo a preguntarnos a mi compañero y a mi si deseábamos continuar o queríamos subirnos en él a la cuatrimoto, en éste punto me vi muy tentado a aceptar la oferta pero algo dentro de mi me dijo “no, tú debes continuar”, ese algo creo que podría llamarle “orgullo”. Eduardo acepto y siguió ascendiendo para localizar a los demás competidores.
La noche llego a su totalidad, la lluvia continuaba y faltaban menos de dos kilómetros para llegar cuando una vez más Eduardo nos alcanzo y no ayudo alumbrando el camino. Me detuve un momento a lado de él, voltee y le dije “Si no me subí a la cuatrimoto no es porque no desee hacerlo, no lo hago porque si me subo aunque sea unos metros para mí no sería haber acabado la carrera y no podría aceptar la medalla al cruzar la meta”. Dicho esto sentí una gran emoción al poder distinguir las luces del pueblo y algo me dio la fuerza suficiente para poder correr a una velocidad moderada (¿adrenalina?). Cada vez la luz de la cuatrimoto se sentía más lejos ya que se había quedado junto con los demás competidores, las luces del pueblo se veían más cerca y se distinguía ya la entrada al pueblo. Una gran emoción comenzaba a apoderarse de mí, ya casi lo conseguía, estaba tan cerca, todo el esfuerzo había valido la pena, faltaba ya muy poco. Entre al pueblo y recorrí sus tres calles hacía abajo, comenzando a distinguir el camino que habíamos tomado 16 horas antes pero en sentido opuesto, vi una barrera que indicaba que el camino tomaba otra dirección y giré a la derecha, ahí estaban mi familia, mis amigos y otras personas que seguramente estaban esperando a algún conocido.
Me acercaba cada vez más y comenzaba a escuchar a mis amigos exclamar “¡Alguien viene, alguien viene! ¿Es Pepe?”. Me sentía muy feliz, había llegado al fin a la meta crucé la meta acompañado de porras y palabras de aliento de todos los presentes, abracé a mi entrenadora Leticia Ramírez, quien es organizadora y quien me hizo todo lo posible para que yo estuviera en ésta carrera. Termine con un tiempo de 16:38:12, cansado, hambriento pero feliz.
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